Lo que la BLC2014 se llevó

by - jueves, diciembre 11, 2014

 
La BLC no era única, pero los blogueros no solían darse cuenta de ello hasta que se sentían ya cautivos de su embrujo. Con esta pequeña adaptación se resume perfectamente la esencia de lo que se vivió en Madrid el 7 de junio. No es la única quedada. Ni la primera. Ni será la última. Pero es especial. Es algo fácil de decir pero difícil de describir. Hay que vivirlo. Y entonces me vienen a la mente aquellos versos de Wislawa que decían: “Quizá ese día encontré algo que había perdido antes. Quizá perdí algo que encontré después.”
Busco definiciones, me pierdo entre entradas de la RAE y rebusco en un baúl lleno de palabras muertas y no soy capaz de dar con una que explique lo que ocurrió cuando a las diez de la mañana cuatrocientos desconocidos se abrazaban y besaban. Desconocidos muy conocidos, claro. Es extraño como alguien que nunca has visto o con quien no has intercambiado grandes conversaciones, se convierte en una extensión de ti. No importa quién seas ni de dónde vengas, solo donde sueñes. En libros, claro. Todos éramos literatura. Desconozco si formábamos parte de un libro o solo éramos un capítulo en el libro de alguien. Poco importa. La cuestión es que estábamos ahí, siendo literatura.
Pero empecemos por el principio: Llegué a tierras madrileñas el viernes por la mañana (previo madrugón) y me recibió un encantador y guapísimo Daniel Blanco al que minutos más tarde se le añadieron Anabel, Sergio y Álex. Hablamos, reímos y los redescubrí como unos libros geniales. Arse, años más tarde (no exagero demasiado), hizo su aparición estelar y me lancé a sus brazos. La tengo pegada a la oreja (a lo Pepito Grillo) todo el santo día, pero tenía ganas de ella. De su sonrisa, de sus nervios y de su voz acelerada. Arse es una de esas personas que te hacen suma. Estuvimos un rato con Carlos, hablando mucho y contándonos secretos, y nos fuimos un rato a la pre-quedada donde no conocíamos a casi nadie, pero ahí estaba la preciosa Bella a la que pude abrazar después de más de cinco años. Cinco años. Me morí de amor. Bella solo puede ser Bella. Es tan ella que no podría ser otra aunque quisiera. Y mi Dani. No exagero si digo que me pasé toda la BLC achuchándolo y besándolo en cuanto le veía. Era como un imán. No se puede ser más guapo. El año que viene quizá hasta le proponga matrimonio. También estaba Aineric, a la que por fin pude ver en 3D y achuchar.
Llegó el día. 7 de junio. 9:30 de la mañana. Quedamos con Elena Castillo, Victoria Vílchez y Victoria Rodríguez. A parte de unas titiriteras geniales son un amor. Selfie para nuestra editora Tere, que no pudo venir, y go to BLC. Cuando llegamos había un mar naranja y blanco. Las tarjetas hacían que tuvieras al lado a alguien sin decirle ni una sola palabra, y de repente vieras su identificación metieras un grito y le abrazaras como si fuera lo único que quisieras hacer el resto de tus días. La magia de internet, supongo. Abracé, besé, volví a abrazar y me enamoré de un montón de blogueros. Estaban todos ahí. Eran reales. Yardena, Iria, Dani, Vir, Esme, Mike, Jony, May, etc, etc infinito. Y muchos otros que conocí y me pasaría media vida para nombrarles a todos. Me llevé grandes descubrimientos.
Pasamos todo el día por ahí, pululando, impregnándonos de ese aroma a magia, a imposibles, a creer.
No me llevé demasiados libros porque me aconsejaron no abusar con el peso de la mochila.

     

Y justo cuando estábamos en la cola de Cotrina y Gabriella, nos avisaron de que teníamos que mover el culo e ir a firmar. Como tengo contratado al novio de Arse como novio a tiempo parcial se quedó con mi libro haciendo cola para que me lo firmaran. Mientras íbamos hacia la caseta comentábamos, risueñas, que podíamos dedicarnos a hacer puzles durante la firma o a trabajar de libreras y recomendar libros a montones. Durante la BLC habíamos firmado unos diez clandestinamente y no creíamos que hubiera nadie más a quién firmarle. Era lo lógico. Pero olvidábamos algo. A vosotros. Sois muy grandes, enormes. Y nos disteis una sorpresa que jamás olvidaremos. Llegamos a la parte trasera de la caseta y vimos a dos chicas sentadas con el libro inundado de post-its. Les dimos muchos achuchones y en cuanto nos despistamos ya no estaban (fueron listas, las primeras de la cola). Se pasaron a saludarme mis tías de Madrid a las que no había visto nunca y cuando hablaba con ellas nos avisaron de que ya había gente esperando. Pensamos que la librera se había equivocado, pero no, a diez minutos de empezar ya había gente esperando. Salimos y empezó el epílogo del sueño. No estuvimos ni cinco míseros segundos sin firmar. Habían pasado unos minutos, o eso pensaba yo, cuando nos susurraron al oído que eran las nueve y media y que teníamos que ir acabando. Nos hicimos las remolonas un poco más, pero finalmente tuvimos que salir de la caseta para impedir una multa. Así que nada, nos sentamos tras la caseta y seguimos firmando a los que quedaban. Nos trajeron un montón de marca páginas y regalitos. Parecíamos dos niñas pequeñas. Revoloteábamos.
Y llegó Natalia. Natalia y sus sonrisas. Natalia es lo más parecido a la definición de eternidad que veréis nunca. Nos fuimos a cenar y no me despegué de ella ni medio segundo. Encima con la camiseta de TFIOS estaba claramente tentándome.
 


Y llegó el domingo. Estábamos muertas, así que vagabundeamos por Madrid. Fuimos a Fnac, Corte Ingles y La Central. Nos encontramos con Noe, una de las chicas de la firma, y el sueño se alargó un poco más. Después acabamos tiradas en un Starbucks y pidiendo lo mismo que Peter y Wendy en el libro. Nos comimos un bocata de calamares por orden expresa de mi señor padre y nos reímos mucho. Y tocó la despedida. Sinceramente la BLC fue una mezcla extraña entre bienvenidas y despedidas. Todo sabía a un pequeño “adiós”. Efímero, quizá, pero rotundo.
Así que la BLC se llevó con ella una parte de mí que os habéis quedado todos vosotros. Nos hayamos saludado o no. Nos conozcamos o no. Somos parte de lo mismo. Gracias, de verdad.

¡Nos vemos en la BLC 2015!

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